Cuando nuestros antepasados se asentaron en las Rías Baixas comenzó una historia de amor entre la tierra, el mar y el hombre: la suavidad del clima, la fertilidad de la tierra, la abundancia de los ríos y la generosidad del mar hacen de este lugar algo muy parecido al paraíso.
Las Rías Baixas nos ofrecen la posibilidad de descubrir porque los mariscos gallegos son los mejores del mundo y su peculiar forma de cultivo, sea en parques terrestres para la producción de almejas, berberechos y navajas o en plataformas gigantes, suspendidas sobre las aguas, para la obtención de mejillones, ostras o vieiras. Podremos conocer todos sus secretos a través de las explicaciones de nuestros guías oficiales y disfrutar de un agradable paseo en catamarán que también nos ofrecerá la posibilidad de probar algunos de estos manjares a bordo.
La riqueza del mar se completa con la riqueza de la tierra con un cultivo estrella: la vid. Cuentan las leyendas que los monjes de Cluny trajeron en la Edad Media las cepas del vino Albariño, hoy con denominación de origen Rías Baixas. Toda la zona nos ofrece poder conocer a fondo el mundo de la viticultura y la enología visitando sus viñedos y bodegas, y como no degustando el vino más afamado de Galicia al tiempo que contemplamos los campos de parras que llegan al borde del mar.
Otra de las peculiaridades de las Rías Baixas es su hábitat disperso con la alternancia de viviendas unifamiliares con sus minúsculos huertos, pequeños pueblos marineros, conjuntos históricos, yacimientos arqueológicos, glamurosas poblaciones turísticas o incluso grandes ciudades como Pontevedra o Vigo y, por supuesto, siempre salpicado por las aguas de estas ricas rías, quizás por ello dicen que “cuando Dios creó el mundo, al séptimo día descansó, apoyando su mano sobre la costa de Galicia y creando con sus dedos las cinco Rías Baixas”.